Supe de Garaitza a través de un artículo que se escribió en El Correo sobre la asociación hace unos años. Guardé las hojas y de vez en cuando lo releía. Después de varios años, un día me animé y llamé por teléfono. Me contestó Carmen y desde entonces formo parte de la familia de Garaitza. Aquí he encontrado la ayuda que necesito. Realizo terapia individual y en grupo.
Yo sufrí abusos y violaciones repetidas en mi infancia por parte del hermano de mi madre, desde los 4 hasta los 10 años. Mi vida quedó marcada y crucificada por los abusos, al igual que mi forma de ser y de comportarme. He guardado silencio hasta ahora que tengo casi 50 años.
En Garaitza he tomado conciencia absoluta de lo que me ocurrió y desde aquí he comenzado un camino sin retorno en busca de una vida tranquila y en paz. He empezado a quererme, valorarme y comprenderme. He dejado de comportarme con ira y de hacerme daño. Se ha roto el silencio que guardaba y han brotado todos mis sentimientos. La culpa se ha ido. Ya no estoy vacía y poco a poco me estoy llenando de todo aquello que a mí me gusta y que merezco; y me permito disfrutar de ello.
A la asociación acuden otras personas que han sufrido lo mismo que yo, con las que he realizado un taller de secuelas que tenemos por los abusos en la infancia y que me ha abierto la puerta hacia la sanación.
Animo a todas las personas que han sufrido abusos a acudir a Garaitza y a romper el silencio. El camino está aquí.
Agradezco a todos los que forman parte de Garaitza su trabajo y su esfuerzo, con ellos mi verdad ha salido a la luz y ya nadie me la puede quitar.