Tardé muchos años en reconocer que fui un niño agredido sexual.
Tardé muchos más huyendo de unas secuelas que no entendía y me atenazaban.
Encontré en Garaitza un grupo amigos y amigas víctimas como yo con el que compartí, mi dolor mis miedos, mis lágrimas, mis anhelos, mis esperanzas…
Gracias Garaitza, Gracias Carmen por crear ese espacio mágico donde el dolor personal se disuelve para transformarse en amor a los demás.